Según la APA (Asociación Americana de Psiquiatría) un 20% de la población mundial sufre, cada año, algún tipo de trastorno de salud mental en diferentes grados. En España, uno de cada cuatro lo padece a lo largo de su vida. Los datos comprenden desde los problemas más comunes, como la ansiedad o los problemas afectivos, hasta los más graves cómo las psicosis. Este porcentaje va en aumento año tras año y puede explicarse por distintos factores cómo: el ritmo de vida de los países desarrollados; la crisis económica, que ha producido consecuencias a todos los niveles; la presión social por ser perfectos, felices y triunfadores; el aumento de la exigencia en la calidad de vida de los países occidentales, que provoca menos tolerancia a la frustración… las consecuencias son: trastornos afectivos, del estado de ánimo, de las relaciones sociales, de pareja, de autocontrol, somatizaciones, etc.viejos en silla de ruedas

Para la OMS “La salud es un estado de completo bienestar, físico, mental y social y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades” Según esta definición se podría deducir que todos nosotros podemos estar enfermos la mayor parte del tiempo, ya que es muy difícil conseguir ese estado de bienestar permanentemente. ¿Quién no tiene problemas de relación con su pareja, hijos, amigos, compañeros o se siente decaído, nervioso, triste, agitado, inseguro, enfadado, etc, por algún motivo? Estas alteraciones más o menos complicadas, son habituales a lo largo de una vida normal, porque existen muchos y diversos sucesos estresantes para los que no estamos suficientemente preparados o no tenemos las herramientas para afrontarlos de forma eficaz, pero no son enfermedades. Cada vez son más las consultas psiquiátricas y psicológicas dedicadas a resolver estos problemas que, en psiquiatría se clasifican como código Z y saturan las consultas de atención primaria, pues un 30% de las demandas son por motivos psicológicos. Se trata de problemas adaptativos, dificultades vitales que provocan sufrimiento o infelicidad, pero no trastornos mentales.

 

Investigacion_biomedicaLo cierto es que hoy día, tenemos multitud de diagnósticos clínicos (para enfermedades físicas y psiquiátricas) que hasta el siglo pasado no existían, como el lupus y otras enfermedades autoinmunes en medicina o, en psiquiatría el autismo, la hiperactividad, el estrés postraumático. Esto se debe en gran parte, al avance de las ciencias de la salud que logran identificar cada vez mas patologías y así, desarrollar un cuerpo científico de investigación y experimentación farmacológica para intentar curarlas.

Pero en nuestro campo de trabajo, se está produciendo lo que llamamos patologización de la vida cotidiana, me refiero a la proliferación de enfermedades y trastornos mentales que nos acechan y que casi seguro padeceremos muchos de nosotros en algún momento de la vida. Ahora si estamos tristes por una pérdida de un ser querido, decimos que estamos deprimidos, si estamos preocupados por el trabajo, la pareja, los hijos o por varios de estos motivos a la vez, que suele ser común, tenemos “ansiedad generalizada” o estrés , cuando regresamos de vacaciones y nos cuesta volver al ritmo de trabajo decimos que tenemos el “síndrome postvacacional” , si nos cuesta relacionarnos con personas nuevas tenemos un “trastorno de fobia social” o si las mujeres estamos alteradas algunos días del ciclo menstrual sufrimos el “trastorno disfórico premenstrual” y así podemos seguir clasificando la multitud de situaciones difíciles y obstáculos que la vida nos plantea, como patologías. Un ejemplo de ello es que el número de las clasificaciones diagnósticas de enfermedades mentales, se ha disparado. La primera edición del DSM clasificaba 106 trastornos mentales, la última del 2013 (DSM V) incluye 216. La explicación no puede ser que en 60 años nos hayamos vuelto todos locos, nuestros abuelos tenían problemas, no trastornos mentales.

 

En psicología, el objeto de estudio es mucho más amplio que el cuerpo, es la conducta humana, tanto las consideradas normales como las que producen dolor y sufrimiento a las personas. Nuestra ciencia es joven, (de poco más de un siglo de desarrollo) y en sus inicios se basó en el modelo médico de enfermedad para explicar los problemas psicológicos. Por ello, se ha buscado la explicación a las alteraciones conductuales en estructuras internas que no funcionan. Así, pasamos de creer hasta el siglo XVIII, que la locura era la posesión de la persona por el diablo a explicarla por que tenemos fallos en el modo de pensar o porque el cerebro no trabaja bien, de forma que su “sanación” depende del fármaco que acierte a restablecer el equilibrio químico-eléctrico alterado.

frida KhaloSi etiquetamos las dificultades o problemas biográficos que una persona seguro tendrá a lo largo de su vida como “enfermedad mental” o “trastorno mental” marcamos los roles del contexto donde se desarrolla la terapia: al experto se le otorga el rol de superioridad con poder para hacer que el sufrimiento cese, y al paciente, el papel pasivo de receptor de las técnicas o fármacos que el terapeuta y/o psiquiatra, considere necesarios para su sanación. Así se mantiene la dependencia de un actor externo que nos resuelva el problema de salud y la creencia de que hay que evitar como sea (incluso tomando pastillas) todo lo que sea sufrir o atravesar dificultades.

Asumir el modelo médico significa tratar a las personas cómo enfermos, buscar la estructura interna que no funciona para arreglarla o cambiarla. Los efectos son que la persona deja de ser un agente activo de su salud y delega en el profesional la resolución de problemas y la toma de decisiones.

 

Nuestro papel como psicólogos no se debe limitar a atender las demandas para reducir el sufrimiento, somos facilitadores del cambio conductual. No somos médicos ni psiquiatras, ni falta que nos hace. Una de nuestras funciones es la psicoeducación, enseñar a las personas que tienen muchos más recursos en sus manos para manejar las dificultades y que no se trata de eliminar el sufrimiento si no de aprender a responder de otra manera ante él.

 

3 Comentarios

  1. Aurora dice:

    Me encanta el post: claro, acertado y totalmente pertinente. Medicalizar la vida cotidiana no tiene ninguna ventaja y sí muchos inconvenientes.

    • Esperanza dice:

      Y tú sabes bien de lo que hablamos. Los médicos de familia sois los primeros que recibís estas demandas que saturan el sistema sanitario y dificultan vuestro trabajo…

  2. […] saludables para combatir el deterioro y recuperar las fuerzas. Y todo ello sin necesidad de patologizar a la persona, que simplemente está […]

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