Ésta es la segunda entrada sobre el tema del suicidio. Cómo avancé en la anterior, quiero hablar de las personas que se quedan, las afectadas por la muerte voluntaria de un familiar, amigo o compañero. Si nos comprometemos a luchar contra el estigma, aunque sea desde nuestro pequeño foro, es necesario hablar, estimular y dar voz a las personas que han sufrido esa pérdida y que por ella, de una manera u otra, les cambió la vida. Una decisión de un instante, que tiene consecuencias para siempre.
De cada caso de suicidio puede haber 6 o 7 personas que se consideran supervivientes del suicida, familiares, amigos, incluso profesionales de la salud. Convivir con la idea de haber perdido a un ser querido de esa manera dificulta mucho el duelo. Sus vidas se alteran definitivamente, los planes de futuro que se habían hecho se rompen, todo lo que parecía estructurado se trastoca, la rutina diaria cambia y se aprende que cualquier cosa mala es posible que suceda.
El 73% de los suicidios se cometen en el hogar, por eso es necesario que la familia esté bien informada, para combatir los mitos que existen en torno al suicidio y que ya mencionamos en el primer blog. El duelo por suicidio es de los más complicados de pasar porque hay factores que dificultan la habituación a la ausencia del ser querido, empezando por la violencia de la muerte, por el hecho de ser voluntaria, y que puede agravarse por el medio que se eligió. Las reacciones pueden ser muy variadas, pero son todas naturales desde el punto de vista psicológico, dependiendo de las circunstancias y de la relación que se tuviera con la víctima:
Es importante saber que hacer si reconocemos algunas de estas emociones en un “superviviente”, además de las que se puedan producir en cada caso: 1) empatizar, recogiendo y aceptando el sentimiento que muestra. Si nos asustamos o manifestamos desconcierto, es probable que la persona se sienta todavía más anormal y sienta rechazo por sus propios sentimientos. 2) normalizar en la medida de lo posible, haciendo hincapié en que son reacciones naturales y que con el tiempo y ayuda las podrá superar. 3) hablar todo lo que la persona necesite sobre lo ocurrido; sobre sí mismo, sobre sus recuerdos y vivencias con el difunto… para que pueda elaborar una narrativa que le ayude a integrar la pérdida de la forma más adaptativa, observando que no se convierta en una forma de autocompasión que impide progresar en el duelo. Recordemos que el silencio suele acabar en tabú y este, produce y mantiene el estigma 4) pedir ayuda si no se sabe o no se puede aliviar el sufrimiento que observamos. Buscar ayuda profesional cuando advertimos que la persona está bloqueada y no avanza en su duelo o si notamos conductas peligrosas que mantienen o aumentan su dolor, es otra forma de cuidarles.
Este programa de “Documentos tv” es un ejemplo de cómo se puede abordar el tema con valentía, pero también con sensibilidad.
Pero también existen otros “supervivientes” que si bien no son familiares directos, si son personas vinculadas muy estrechamente al fallecido; los profesionales de la salud que pueden verse implicados en el acontecimiento, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, educadores, enfermeros… Cuando hacemos terapia, nuestro principal objetivo es aliviar el sufrimiento de las personas, ayudarles a abordar sus problemas desde otra perspectiva, dotar de las estrategias necesarias para que los superen, pero no siempre se consigue.
Cómo trabajadores de la salud mental, tenemos que asumir la posibilidad de que a lo largo de nuestra vida profesional, algún paciente decida terminar con su vida. Ésta puede ser una de las experiencias más amargas y difíciles que podamos sufrir, para la que no estamos suficientemente preparados. En la universidad no se trata el suicidio más que cómo una complicación del trastorno mental, pero nadie nos forma para abordar los efectos que puede producir en nosotros, ni en como superarlos, sobre todo, poder revisar con alguien experto y objetivo nuestra actuación, para rectificar y aprender de los posibles errores o validar nuestro trabajo.
También nos toca hacer nuestro duelo, nos surgen sentimientos muy parecidos a los de los más allegados, miedo, rabia, temor, culpa… y también sufrimos el tabú y el estigma por no hablar abiertamente de lo ocurrido. No es fácil admitir que un paciente se ha quitado la vida, comentarlo con otros compañeros de profesión, puede estigmatizar al profesional. A nadie le gusta que hablen de él o que duden de su práctica profesional. En un estudio realizado por el Hunter New England Local Health District de Australia, con profesionales de la salud mental, se identificó: primero, que ninguno había recibido formación específica para afrontar el suicidio en su ámbito profesional, segundo: que existe un cierto “tabú” dentro de la profesión para hablar abiertamente entre los compañeros de los casos de suicidio (de más de 500 trabajadores solo quisieron contestar 130) tercero: que los que habían sufrido una experiencia de suicidio manifestaban niveles más altos de ansiedad en su trabajo y con mayor sensación de burnout (estar quemados)
Si no se mejora la formación a los profesionales, tanto en la prevención cómo en el afrontamiento de la pérdida del paciente, se corre el riesgo de que el trabajador se sienta desapegado, que pierda el sentido y la motivación profesional. Claro que, a lo mejor, pedimos demasiado, cuando en España ni siquiera tenemos un Plan Nacional de Prevención del Suicidio, en el 2014 se aprobó una PNL que todavía no se ha llevado a cabo. De momento, cada hospital tiene su propio protocolo de actuación y seguimiento, lo que dificulta unificar acciones, compartir información; en definitiva, prosperar en la prevención y control.
Para terminar, queremos dejar constancia de algunos avances que se hacen desde las asociaciones y universidades. La Universidad de Alicante y la «Fundación Salud Mental España para la prevención de los trastornos mentales y el suicidio» lanzan “Prevensuic”, la primera app para la detección de mensajes pro suicidio en las redes sociales, con un menú para las personas de riesgo, otro para los familiares y otro para profesionales sanitarios.
Desde Nexo Psicología Aplicada, seguiremos comprometidos en acabar con el estigma social, de este y de cualquier otro asunto que afecte a la salud mental, cualquier aportación por vuestra parte será bien recibida.