El pasado mes de marzo leí una noticia en el periódico que me causó sorpresa y después alarma: Según una encuesta de la  British Psychological Society , casi la mitad de los psicólogos del Reino Unido padecen depresión. Muestran síntomas cómo: agotamiento, bajo estado de ánimo, altos niveles de estrés y depresión. En principio, cabría esperar que un colectivo como el nuestro estuviera “vacunado” para sufrir estos problemas, ya que se supone que tenemos las claves para salir de situaciones complejas que a otros les pueden causar algún tipo de trastorno. Cuando leí más, la noticia explica que las causas son las condiciones de trabajo, que son cada vez peores porque su sistema de salud pública se está deteriorando con la crisis, se ha producido una reducción de los recursos sanitarios y sufren dificultades para poder aplicar un tratamiento adecuado, es decir, lo común en nuestros tiempos a cualquier país.

Holanda-Activistas-voluntarios-refugiados-AFP_LRZIMA20150912_0068_3Los psicólogos, como otros colectivos, (trabajadores sociales, sanitarios, bomberos, cuidadores familiares, emergencistas, trabajadores de ONGs, voluntarios, etc.) trabajan habitualmente con los dramas y enfermedades, de todo tipo de la sociedad. Si añadimos unas condiciones insuficientes y muchas veces lamentables, es muy probable que se aparezcan síntomas de desgaste cómo el llamado síndrome de “burnout” o “estar quemado”, cuadro caracterizado por un estado de agotamiento físico, emocional y mental causado al involucrarse en situaciones emocionalmente demandantes durante un tiempo prolongado. Se da a menudo en los profesionales de  la “ayuda” y en las personas que tienen que cuidar a otras, y con frecuencia, contribuye al retiro anticipado de profesionales valiosos.

Por las características sociales y económicas de nuestra época, (catástrofes naturales, terrorismo, crisis económica, migraciones masivas…) existe una demanda, que va en aumento, de profesionales preparados para ayudar a las víctimas y usuarios de estos servicios. Pero… ¿quién cuida de los cuidadores? Este tipo de trabajo requiere, además de una especialización de conocimientos, una serie de competencias personales que sirvan para prevenir y paliar el desgaste físico y psicológico que es natural que se produzca tras mucho tiempo de ejercicio. Los factores que más contribuyen a que se produzca este deterioro, tienen que ver con las condiciones laborales en las que se da el servicio:

  • largos periodos de exposición al drama
  • falta de reconocimiento y bajo salario (por ejemplo, un trabajador medio de una ONG, gana menos de 4,5€ la hora. En otros colectivos como los cuidadores de familiares es habitual que no se cobre ningún salario por ello)
  • no hay distinción entre la jornada laboral y el periodo de descanso y
  • fallan las expectativas de éxito o resultados por su trabajo.

sanitaria meditando

 

Además del ya mencionado “burn-out”, aparecen otros cuadros que son específicos de estos profesionales, con características como:

La “Fatiga por Compasión”, también llamada “Desgaste por Empatía” que son conductas naturales que se producen al enterarse de un evento traumático o doloroso experimentado por otra persona. Es un trastorno específico de los intervinientes, que se manifiesta con los mismos síntomas que la población a la que atiende (somatizaciones, ansiedad, alteraciones del estado de ánimo…) Es de difícil identificación porque aparece de forma insidiosa,  pero se recupera rápidamente si se descansa lo suficiente.

heroe

El mito de la invulnerabilidad Se da por supuesto que, por ejemplo, “siendo bombero a mí no me afecta el fuego”… es decir, las condiciones duras de vida y/o de trabajo son inherentes y hay que saber aguantarse… Ocurre en colectivos que trabajan con emergencias: bomberos, policías, sanitarios, psicólogos… en los que manifestar la sensibilidad o expresar el grado en que afectan los eventos con los que se trabaja, se ve cómo síntoma de “debilidad de carácter” y puede ser tachado de “poco profesional” por tanto, pedir ayuda o soporte emocional, incluso entre compañeros, indica poca preparación para su desempeño. Así, la única salida es reprimir y ocultar las emociones y el desgaste.

El efecto superhombre” Es otra consecuencia de estar expuesto durante mucho tiempo a los dramas ajenos. Cualquier situación de cierta dificultad que suceda entre iguales, se percibe cómo trivial, frívola o sin importancia porque se compara, inevitablemente, con el drama de la población con el que se está luchando cotidianamente. “ Romper con la pareja o perder el trabajo, no es para tanto si lo comparas con….” Se pierde la empatía entre iguales y esto lleva a una desconexión de su ambiente fuera del trabajo, que hace más difícil la identificación con lo que ha sido su entorno original.

Ante este panorama, los psicólogos debemos hacer propuestas concretas para prevenir y detectar estos cuadros que suponen el deterioro de excelentes profesionales, además de normalizar ante la población general, el hecho de que no hay nadie invulnerable, de que necesitar ayuda no es indicador de debilidad o falta de profesionalidad. La preparación técnica, por sí sola, aunque sea excelente, no garantiza la inmunidad de estos profesionales ante situaciones que suelen ser tragedias, las más duras que puede experimentar un ser humano. En este sentido, Psicólogos Sin Fronteras, desde el profundo conocimiento de su ejercicio profesional, proponen desarrollar programas para :

  • Preparar a los intervinientes en gestión de estrés, habilidades de comunicación, trabajo en equipo, gestión emocional, etc, en los procesos de selección previos al desarrollo de la actividad.
  • Potenciar la flexibilidad psicológica, cómo herramienta para fomentar la resiliencia.
  • Favorecer la expresión emocional entre los equipos expuestos a las presiones, de forma que compartan y normalicen sus experiencias.
  • Fomentar el autocuidado. Desarrollando programas de hábitos saludables, que incluyan actividad física, relajación, actividades de ocio y sociales…Se sabe que las personas con hábitos de autocuidado son más eficientes.
  • Potenciar la investigación en esta área. Aportando evidencia científica de la influencia y los efectos negativos de los eventos estresantes, así cómo de que estos sucesos, pueden dar cómo resultado un crecimiento personal si se enfrentan y superan con los recursos adecuados.

 

voluntarios abrazandoseCómo conclusión, podríamos considerar que los profesionales más capacitados, no son necesariamente los que tienen más conocimientos, si no los que han aprendido competencias para gestionar la dureza de su trabajo. Desde Nexo, estamos comprometidos en difundir la importancia de fomentar hábitos de vida saludables, así cómo desarrollar programas de prevención  para  cualquier trastorno derivado del ejercicio de la profesión, sea la que sea.

Ayala M. Pines, Aronson E. (1989). Career Burnout: Causes and Cures. The Free Press

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