Por tercer año consecutivo Nexo Psicología Aplicada oferta el Curso Análisis Funcional de la Conducta Humana. En nuestro centro estamos comprometidos desde los inicios, hace más de 20 años, con el estudio y la aplicación de los avances que se producen en el Análisis Funcional de la Conducta (AFC). Así como en la formación teórica y práctica en esta disciplina a los profesionales de la psicología. Fruto de ello es la nueva edición del curso que dará comienzo en abril de este año.
-Sobre la historia del Análisis Funcional de la Conducta-
El AFC tiene una historia relativamente breve pero enormemente fructífera. A principios del siglo pasado la Psicología estaba dominada por pseudo-explicaciones mentalistas. La introspección era el método por excelencia en la infructuosa búsqueda de causas psíquicas internas. Si bien es cierto que en la actualidad perduran formatos muy similares debido al poder que tienen en nuestra cultura planteamientos acientíficos de esta naturaleza, no lo es menos que distan mucho del reconocimiento empírico necesario.
La meta de toda ciencia es predecir el fenómeno natural objeto de su estudio, explicitar las variables de las que depende y, por último, pero no menos importante, controlar o influir en el mismo. El AFC, desde sus orígenes en el primer cuarto del siglo XX, mostró un gran potencial en la predicción y explicación del objeto de estudio propio de la Psicología, a saber, la conducta. Haciendo gala al mismo tiempo de una parsimonia científica ejemplarizante, sobre todo si lo comparamos con el modo de proceder de otras “corrientes” psicológicas. Los avances a lo largo de su historia se han realizado de manera progresiva y sistemática, evitando en todo momento dar por válidas explicaciones sin el adecuado apoyo empírico y experimental.
Gracias a todo ello, las intervenciones psicológicas basadas en el AFC, han hecho que la Psicología fuera ocupando un espacio cada vez mayor en la sociedad como disciplina segura y fiable. Ampliando poco a poco su labor a diferentes ámbitos del quehacer humano (salud, educación, trabajo, deporte,…)
Hoy día, diseñar la intervención basándose en las funciones de las conductas sobre las que se desea actuar, esto es, comprendiendo las contingencias del entorno mantenedoras del comportamiento, es una práctica sólidamente consolidada, valorada como una buena praxis profesional.
El camino recorrido ha sido amplio y no exento de dificultades. Empezando por la revolución conductista de Watson (1913) y su firme propósito de incorporar los métodos propios de las ciencias naturales al estudio del comportamiento. De este modo, partiendo del paradigma pavloviano, centra sus trabajos en explorar el modo en que la situación antecedente determina la conducta.
El siguiente hito fue de la mano de B. F. Skinner (1938). A él debemos el estudio de las secuencias de tres términos (estímulo-respuesta-consecuencia) y el hallazgo de la enorme importancia de las relaciones entre respuestas y consecuencias. De manera inequívoca demostró la importancia de la funcionalidad de las respuestas, en detrimento de la morfología, para explicar su origen y evolución en el tiempo. Así mismo, puso de manifiesto cómo diferentes respuestas pueden tener una misma funcionalidad, lo que en palabras de Skinner conformaría una misma clase funcional: la operante o clase de respuesta.
De la misma época cabe destacar los trabajos de J.R. Kantor (1974) quien, entre otras aportaciones teóricas, incorpora el modelo de campo al estudio del comportamiento humano. Integrando en el análisis, de este modo, los diversos factores del campo psicológico que influyen en la probabilidad de ocurrencia de una u otra secuencia conductual.
Más adelante, en la década entre 1950 y 1960, una vez los principios del aprendizaje quedaron establecidos en animales no humanos, la investigación se centró en dilucidar si las leyes del aprendizaje que emergieron en la investigación básica, eran válidas también para nuestra especie. Los resultados fueron afirmativos de manera casi generalizada, por lo que los principios o leyes del aprendizaje pasaron, con todo el rigor, a considerarse universales.
La importancia del hallazgo fue en gran medida porque abrió las puertas al diseño de técnicas de intervención para los problemas psicológicos basadas en los principios del aprendizaje. Cabe destacar, por ejemplo, que muy pronto, gracias a los estudios realizados desde el conductismo radical, los analistas de conducta quedaron advertidos de los efectos indeseables del empleo del castigo como procedimiento de cambio conductual.
Al margen de la cuestión histórica, aprovecho lo antes comentado para expresar la sorpresa que nos genera a los analistas de conducta la crítica que ocasionalmente se ha hecho sobre los métodos de intervención conductistas, tachándolos de coercitivos. Lo cierto es que sólo es entendible si es realizada desde el desconocimiento. No sólo se evita emplear el castigo para reducir la frecuencia de una conducta, si no que también se da gran importancia a los objetivos del cliente en la intervención, se informa de las características de los procedimientos de intervención más adecuados y se pide su consentimiento y colaboración en la implementación de los mismos.
Los procedimientos de intervención que emanaron de la investigación aplicada fueron el gérmen de nuevas especialidades: El Análisis Conductual Aplicado y también el análisis funcional del comportamiento clínicamente relevante. Disciplinas más específicas dentro del marco general del Análisis Funcional de la Conducta.
Y así, tras las contribuciones de muchos investigadores como Bijou (1955), Iwata (1982),…..y un largo etcétera, llegamos a las últimas décadas del siglo XX, en la que la Teoría de los Marcos Relacionales, de la mano del grupo de investigación en la Nevada University liderados por S. Hayes (2001), consigue arrojar luz sobre la cognición y el lenguaje, recuperando la esencia del contextualismo-funcional. Hasta entonces se habían producido escasos avances en la comprensión de la historia de aprendizaje que da origen a los comportamientos que llamamos pensar y hablar, debido en gran parte a errores conceptuales de influencias cognitivistas.
La Teoría de los Marcos Relacionales es la principal base teórica de las llamadas terapias de tercera generación o terapias contextualista-funcionales. Resulta fundamental que los profesionales conozcan dicho modelo teórico para que, por un lado, lo incorporen al análisis de las conductas problema cuando resulte pertinente. Y, por otro, para darle rigor a los relativamente novedosos modos de intervención sobre el pensamiento y el lenguaje. De este modo, evitaremos que los psicólogos nos convirtamos en meros administradores de técnicas, sin el imprescindible conocimiento de sobre qué se está interviniendo y de qué manera.
El Curso Análisis Funcional de la Conducta Humana que impartimos en Nexo Psicología Aplicada incorpora todos los progresos que de manera acumulativa se han producido a lo largo de décadas, tanto en el análisis de las secuencias conductuales, como de los factores disposicionales que influyen en las mismas. Los contenidos teóricos son abordados con claridad, rigor y profundidad. Así mismo, durante el curso se llevan a cabo análisis de casos reales de la mano de psicólogos experimentados miembros del equipo Nexo. De este modo se pretende garantizar que los participantes adquieran las competencias teórico-prácticas necesarias para emplear el Análisis Funcional de la Conducta en el ejercicio de la profesión.
Autoría original del artículo: Francisco Cózar de Quintana, Psicólogo Especialista Clínico.
Bijou, S. W. (1955). A systematic approach to an experimental analysis of young children. Child Development, 26, 161–168.
Hayes, S. C., Barnes-Holmes, D., & Roche, B. (2001). Relational frame theory: A post-Skinnerian account of human language and cognition. New York: Kluwer Academic/Plenum Publishers.
Iwata, B. A., Dorsey, M. F., Slifer, K. J., Bauman, K. E., & Richman, G. S. (1982). Toward functional analysis of self-injury. Analysis and Intervention in Developmental Disabilities, 2, 3-20.
Kantor J.R. (1974). Psicología Interconductual. Un Ejemplo de Construcción Científica Sistemática. México D.F.: Editorial Trillas.
Skinner, B. F. (1938). The behavior of organisms: An experimental analysis. Acton: Copley.
Watson, J. B. (1913). Psychology as the behaviorist views it. Psychological Review, 20, 158–177.
3 Comentarios
Qué difícil es encontrar un texto que hable de los «psicológico» y que requiera de un amplio conocimiento de lo que trata, y por tanto, no pueda ser escrito pot cualquiera que, por ejemplo, se crea un blog. Kiko, pones el análisis funciona de la conducta en el lugar que corresponde, como un modelo de comprensión de la conducta. Este tipo de contribuciones, como la tuya, son las que ayudan a que la psicología no sea arrastrada por tanta «charlataneria».
Enhorabuena por la nueva web. Espero y deseo que sigáis muy bien.
Gracias Alejandro, viniendo de ti esa opinión es todo un halago. ¡Un abrazo!
[…] hemos hecho referencia en otras entradas de este Blog a las terapias de tercera generación. Se trata de un conjunto de enfoques terapéuticos surgidos […]