El consumo de drogas y alcohol y, en general, las conductas adictivas, se ha convertido en uno de los grandes retos a los que se enfrenan las sociedades occidentales. Cuanto mayor desarrollo humano tiene una sociedad, mayor es el impacto negativo atribuido el consumo de drogas.
El consumo de drogas, legales o ilegalizadas, causan un gran número de problemas directa o indirectamente en la vida de los individuos. Afectando muy diversas áreas tales como el ámbito laboral o el académico, el familiar y/o social, en el ámbito de la salud, en la economía de la persona consumidora y en la de su entorno, problemas legales, etc. Los datos en este sentido son abrumadores. Una breve muestra:
Se considera que existe un problema de dependencia cuando, a pesar de las consecuencias negativas, la persona continúa consumiendo y experimentando con ello un progresivo empeoramiento de la situación. Evidentemente, estas consecuencias negativas a las que me refiero no se producen de forma inmediata al consumo si no que van apareciendo a distinto ritmo en la vida del individuo. Ritmo que depende de múltiples factores tales como los recursos psicológicos de la persona (competencia social, habilidad para resolver problemas,…), el tipo de sustancia consumida, la situación familiar, laboral, económica, social, etc.
De hecho, no son dichas consecuencias distales en el tiempo las que determinan la relación de dependencia. El enganche se debe más bien a lo que sucede inmediatamente después de consumir. Concretamente, el factor crítico que determina las relaciones de drogodependencia (o las dependencias sin sustancia como al sexo, a los juegos de azar,…) es el alivio inmediato de una situación aversiva tras el consumo. El tipo de alivio inmediato variará mucho dependiendo de la persona, de la sustancia y su relación con la misma. Puede que, por ejemplo, alguien beba, o fume porros para poder conciliar el sueño, evitar la presión de sus amigos y/o para tranquilizarse. Cada consumidor establece una relación con la sustancia que determinará su relación de dependencia, más grave cuanto más dificultades tenga para conseguir dormir, integrarse socialmente y/o tranquilizarse por medios diferentes al consumo.
Por otro lado, y relacionado con lo anterior, no hay que olvidar que los comportamientos adictivos son un fenómeno progresivo. Lejos de la idea muy extendida de que las personas tienen o no un problema de drogodependencia, lo cierto es que la relación de dependencia del individuo a una sustancia o a una actividad es un fenómeno que evoluciona a lo largo del tiempo. Los consumos iniciales suelen ser poco problemáticos y, progresivamente, las consecuencias negativas no inmediatas van aumentando a un ritmo irregular que varía mucho de una persona a otra.
Es probable que a lo largo de dicho proceso la persona o sus allegados tomen contacto con el daño que el consumo le empieza a ocasionar y, al mismo tiempo, con las dificultades que experimenta para abandonar o, según el caso, moderarlo.
La posibilidad de llevar a cabo una intervención terapéutica en los primeros estadios de la relación de dependencia determinará con mucho, tanto el pronóstico de la intervención, como los esfuerzos de todo tipo (emocionales, económicos,…) que la persona y su entorno han de hacer para resolver el problema.
Las campañas educativas de sensibilización sobre los riesgos del consumo de drogas que las diferentes administraciones llevan a cabo desde hace décadas están logrando que las personas seamos cada vez más conscientes de los riesgos que asumimos al consumir determinadas sustancias. Lo que ayuda, por un lado, a prevenir los consumos problemáticos y, por otro, a motivar a las personas que han empezado a tener problemas a actuar con rapidez.
Ahora bien, para poder obtener el máximo beneficio a la sensibilización antes mencionada resulta crítico recurrir a recursos psico-sanitarios especializados, algo que no siempre está al alcance de todos. Lo contrario suele llevar al abandono o, en el mejor de los casos, a posponer el inicio del tratamiento con el consiguiente agravamiento de la problemática psico-sanitaria y social.
Autoría original del artículo: Francisco Cózar de Quintana, Psicólogo Especialista Clínico.