Elaborar la pérdida
"En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele".
Algo inevitable: el dolor
A pesar de que nos esforzamos porque sea de otra manera, y más en los tiempos que corren, en los que predomina el fenómeno social de ansiar la felicidad como objetivo personal, en nuestra naturaleza como seres humanos el dolor y la pérdida ocupan un lugar innegable. Lamentablemente, antes o después, en algún momento de nuestra vida tendremos que hacer frente a alguna pérdida, sea de una u otra índole.
El sentimiento de pérdida es el estado emocional de sentirse privado de algo o de alguien. La privación, trae consigo la manifestación de ciertos cambios en nuestra conducta, que generalmente propician un estado de malestar, en mayor o menor grado en función del tipo de pérdida y del valor personal que tenga para nosotros. Así, lo que llega después de haber sufrido una pérdida, es lo que comúnmente conocemos como duelo.
A pesar de que forma parte de nuestra condición, la pérdida de un ser querido es uno de los momentos más duros en la vida de una persona. Se podría decir que puede llegar a tratarse de un momento de ruptura para la persona, en el que el dolor puede llegar a ser altamente incapacitante. Por suerte, en la mayoría de los casos se trata de un proceso temporal, aunque puede haber factores que lo cronifiquen, prolongando el grado de sufrimiento y la dificultad de adaptación de la persona a su ritmo de vida previo.
Tener mayor conocimiento sobre el duelo, su curso y su manifestación, puede ayudarnos a comprender y elaborar mejor lo que nos acontece durante ese proceso.
¿Qué es el duelo?
El duelo es un proceso que experimenta toda persona que ha sufrido una pérdida. Se trata de una experiencia común a todos, que provoca determinadas reacciones emocionales y conductuales. A pesar de que las emociones que predominan como la tristeza, la desesperanza y el dolor, producen sufrimiento, su manifestación tiene por objetivo la elaboración de la pérdida, el desahogo emocional, y la consiguiente readaptación al nivel de vida previo.
El dolor por la pérdida, es un proceso natural que hay que elaborar y aceptar.
Aunque se trata de un proceso universal, se vive de manera personal. La manera de reaccionar de cada individuo dependerá de diferentes factores: biológicos, culturales, educativos, sociales, espirituales y religiosos. Es decir, cada persona tendrá una manera distinta de responder ante el fallecimiento de una persona. Cómo se manifiesta esa reacción, no significa que se sienta más o menos la pérdida. Como ya se ha dicho, las características personales y las circunstancias en las que se ha dado la pérdida, harán que cada uno reaccione de un modo u otro.
El proceso de duelo comienza desde el momento en que se tiene conciencia de pérdida.
Puede darse en todas las etapas del ciclo de la vida, aunque se manifiesta de diferente forma en función del momento evolutivo. Tener en cuenta el momento en el que se encuentre la persona adulta o el niño será de vital importancia para entender cómo se sienten y poder ayudarles de una manera adecuada.
Manifestaciones del duelo
“No diré “no llores” porque no todas las lágrimas son malas”.
La manifestación del dolor ante una pérdida puede ser muy diversa debido a la variabilidad de expresión emocional, las diferentes convenciones culturales y sociales y las circunstancias de la pérdida. Por ejemplo, en determinadas culturas se reprime la demostración del dolor. Asimismo, no será lo mismo que la muerte haya sido esperada que repentina. Estos factores se deben tener en cuenta a la hora de ofrecer ayuda a la persona, tanto a nivel profesional como desde el entorno cercano.
A nivel físico y psicológico, la expresión del duelo es muy similar a la de la depresión:
- Llanto y/ o suspiros frecuentes
- Fatiga, debilidad
- Alteración del sueño y/o alimentación
- Dificultades de atención, concentración y memoria
- Ideas de suicidio
- Desinterés por actividades que antes sí eran gratificantes para la persona
- Sentimientos de tristeza, apatía, desesperanza y, en algunos casos, culpabilidad
- Obsesión por recuperar la pérdida o evitar recuerdos
- Aislamiento social
- Llevar o atesorar objetos de la persona difunta
La presencia de éstas señales durante un periodo más o menos prolongado de tiempo, puede estar indicando la presencia de un posible duelo complicado.
Fases del duelo
Como en la mayor parte de los procesos, el duelo también transcurre en diferentes etapas. A pesar de que comúnmente se habla de fases de duelo, no existe acuerdo entre los autores a la hora de establecer su número. No obstante, hasta el momento sí parece haber acuerdo en la existencia de tres etapas con bastantes aspectos en común, como:
- Primer momento de shock o gran impacto emocional, en el que la persona no da crédito a lo sucedido, niega la pérdida o la pone en duda, no aceptando la realidad
- Etapa intermedia de dolor y desorganización, en la que la persona siente desesperación, desolación, apatía, sentimientos de cólera e ira, debido a que la pérdida ya es evidente
- Última etapa de resolución, en el que la persona acepta la pérdida y comienza a reconstruir su vida, recuperando en la mejor medida dentro de lo posible su normalidad con un nuevo sentido
No necesariamente toda persona tiene por qué atravesar todas las etapas ni seguir la misma secuencia.
“Todo crece con el tiempo, excepto el duelo”.
Con el paso del tiempo, la intensidad de los eventos emocionales experimentados se irá mitigando. Esto está explicado por lo que en psicología conocemos como fenómeno de habituación. En ese sentido, se puede decir que el tiempo es terapéutico en la medida en que da perspectiva, nos ayuda a adaptarnos al cambio y a recordar con serenidad los hechos.
No obstante, en algunas circunstancias la resolución del duelo no siempre es sencilla, pues pueden aparecer manifestaciones de ansiedad y depresión que dificultan el funcionamiento de la persona. Igualmente, determinados factores pueden propiciar la aparición de un duelo patológico.
Duelo Patológico
Cuando el proceso de duelo es más intenso o desproporcionado, se produce un deterioro notable del funcionamiento del individuo, tanto en sus capacidades personales como en su manera de relacionarse, siguiendo un patrón desadaptativo, o lo que es lo mismo, apareciendo un duelo patológico.
La expresión del duelo patológico puede ser muy diversa, desde la expresión extrema emocional, con alteraciones de conducta e ideación suicida, hasta la ausencia completa de reacción.
También es posible que aparezca un aumento en el consumo de sustancias como el alcohol y otras drogas, y un deterioro del funcionamiento laboral y social.
En estos casos, será necesario organizar una adecuada estrategia terapéutica, contemplando la intervención psicológica y, si fuera necesario, la farmacológica.
¿Siempre es necesaria ayuda psicológica cuando se está en proceso de duelo?
A pesar de que es una situación complicada en la que el sufrimiento está presente, la intervención no debe realizarse indiscriminadamente.
Sí será adecuado ofrecer ayuda a toda persona que reúna varios factores de riesgo (soledad, bajo apoyo sociofamiliar, falta de recursos para afrontar la pérdida, historia previa de pérdidas traumáticas) o a aquellas que lo soliciten por su propia iniciativa.
No obstante, la mayoría de las personas son capaces de afrontar satisfactoriamente todas las manifestaciones del duelo, con sus propios recursos y con el apoyo de familiares y amigos.
“El dolor compartido es dolor disminuido”.
El duelo, presente en distintas esferas de la vida
Al tratarse de un proceso que aparece ante la pérdida, el duelo estará presente, de un modo u otro, en diferentes niveles de nuestra vida:
Ruptura sentimental
Cuando nos separamos de la persona que ha sido nuestra pareja, también tiene lugar un proceso de duelo, en el que se llorará su ausencia, se recordarán los hábitos en pareja, se hablará constantemente de la persona amada, etc. Al igual que en cualquier otro proceso de duelo, la historia de pareja, la reciprocidad o ausencia de ella en la conducta de amar, el grado de enamoramiento, el tipo de ruptura (repentina o esperada) y los recursos personales que cada uno tenga, determinarán el curso del duelo y su manifestación. Igualmente, el tipo de conductas que se lleven a cabo tras la separación, pueden originar y/o mantener un proceso de duelo más o menos sano. Algunas de las conductas que pueden cronificar el periodo de sufrimiento y no aceptación, pueden ser:
- Mantener el contacto de manera intermitente con la ex-pareja
- Estar pendiente de sus rutinas diarias
- Frecuentar de manera repetida sus redes sociales, sus sitios de interés, etc
- Suplicar amor y que nos sigan queriendo
En cualquier caso, algunas de éstas pueden estar presentes en un momento inicial, pero deberán ir disminuyendo conforme se acepta la pérdida de la pareja y no dejando que lo bloquee el resto de áreas de la vida.
Pérdida de un ser querido
Uno de los duelos más estudiados es el que se genera tras la muerte de un ser querido en el que, como se ha comentado anteriormente, se puede dar ante diferentes tipos de situaciones: pérdida súbita, varias pérdidas simultáneas, pérdidas catastróficas, o pérdidas esperadas. Las pérdidas por muerte de un ser querido son de las que más crisis generan, y se vivencian con un alto nivel de sufrimiento. El duelo conlleva dos tipos de afrontamiento: un afrontamiento emocional, y otro racional. El primero es más difícil y el que requiere más tiempo; el segundo, se hace más accesible pasados los primeros momentos de la pérdida. En todos los casos, la función que cumple el duelo es la elaboración del dolor y la ausencia de la persona significativa y, para facilitar ese proceso, se suelen llevar a cabo distintas conductas de despedida o rituales, que variarán en función de la cultura.
Duelo migratorio
Se habla de duelo migratorio para hacer referencia a la pérdida que sufren las personas que se ven abocadas a abandonar su país y emigrar a otro, aunque los motivos para hacerlo pueden ser bien diferentes. El cambio de lugar de residencia habitual, la inmigración, es un fenómeno social que trae consigo muchos cambios: de empleo, distanciamiento de nuestras personas más allegadas, una posible lengua distinta, adaptación a un nuevo sistema económico o, de manera global, la adaptación a una nueva cultura. En todos los casos, junto a estos problemas inherentes al proceso migratorio, se suma la pérdida de los vínculos con la tierra y las personas de su entorno cercano, lo que viene acompañado de sufrimiento, temor, soledad y, en muchas ocasiones, sentimientos de inseguridad.
Duelo corporal
Ante la pérdida de un miembro de nuestro cuerpo, también tiene lugar un proceso de duelo. La adaptación a la nueva autoimagen es un proceso complejo, impregnado de emociones negativas y malestar, que acontecen durante el proceso de aceptación de la nueva realidad. Así, pueden estar presentes muchas de las manifestaciones típicas de otros tipos de duelo (llanto, apatía, desesperanza, aislamiento social…). En este caso en concreto, además de la alteración emocional que tiene lugar, la persona tendrá que hacer frente a una nueva realidad en la que es posible que tenga más dificultad para afrontar tareas que previamente podía hacer con facilidad e incluso, aceptar que habrá cosas que no podrá volver a hacer. En ocasiones este proceso es aún más complicado cuando cursa con dolor físico, generando un mayor estado de sufrimiento.