Especial: Vacaciones.
«El progreso consiste en renovarse»
Miguel de Unamuno.
Tener tiempo para nosotros, para hacer lo que nos apetezca, descansar o poder ver a nuestras parejas, amigos,… es algo valiosísimo para todos.
Si alguien nos preguntara cuáles son las áreas de nuestra vida más importantes seguramente, además del trabajo y otras tareas, mencionaremos a nuestra familia, amigos, pareja, tiempo para uno mismo, descanso, etc. Sin embargo, ¿dedicamos en tiempo y atención a todas esas áreas lo que valen en realidad para nosotros? Puede que no todo lo que nos gustaría. Puede que debido a complicaciones que no son gestionables de otra manera en ese momento. O también, lo que en muchos casos nos suele ocurrir es que es difícil para nosotros cortar con aquello que nos preocupa, que está dando vueltas en nuestra cabeza de manera automática. Estamos pendientes de algunas tareas, de una conversación que nos ha preocupado, de lo que habrá que hacer mañana,…
¿Cuántas veces al año nos descubrimos pensando “qué ganas de estar ya de vacaciones”, “si tuviera vacaciones sería diferente” ? Seguramente la respuesta es muchas.
A veces ocurre que nuestras vacaciones llegan y se pasan, y no sentimos haberlas aprovechado ni haber podido descansar bien. En definitiva, nos cuesta “desconectar” y sacar el provecho a esos días que tanto nos merecemos.
Para empezar a entrar en este asunto, es importante saber que cada persona según su historia de aprendizaje desarrolla un estilo psicológico, una pauta recurrente de comportamiento a la hora de afrontar las diferentes situaciones de la vida. Por eso, ante una misma situación, como puede ser la llegada de las vacaciones, unas personas son más capaces de decir adiós a la rutina, las preocupaciones y el trabajo y a otras les resulta una tarea mucho más complicada.
Desconectar es difícil para muchos de nosotros, pero no imposible.
Muchas veces nos sentimos hiperresponsables de nuestro trabajo, nos sentimos culpables por “dejar de hacer”, descansar o delegar en otras personas o a veces no nos damos ningún permiso para ello por la carga moral que supone para nosotros.
Esto es algo muy común y comprensible pero poco saludable para nosotros. Detrás de todas estas emociones y sentimientos hay muchas ideas poco adaptativas como “descansar es de vagos”, “relajarse es un privilegio” y la propia emoción de tensión o incomodidad. También suele ser común sentir la necesidad controlar lo que está pasando mientras no estamos como si “algo fuera a salir mal”, “si no lo hago yo no va a salir adelante”. De alguna manera, al relajarnos dejamos esa parcela de nuestra vida más desatendida y podemos tender a ponernos en lo peor, a pasarlo mal pensando que estamos cometiendo un error. Sin embargo, nada de esto es cierto ni se ajusta a la realidad objetiva. Desconectar no tiene que ser un símil de caos y descontrol. Todo lo contrario.
Además, aprender a “desconectar” está al alcance de tod@s. Es un aprendizaje y como tal, se aprende, aunque pueda llevarnos tiempo de entrenamiento.
Ventajas de aprender a desconectar:
- Permitirnos descansar bien forma parte de un derecho personal que todos tenemos. Poder ejercer este derecho favorece el que estemos más satisfechos con nosotros mismos.
- Aumentará la calidad de nuestro tiempo libre, nuestras relaciones personales y actividades de ocio.
- Nos dispondrá a estar de mejor humor y más creativos.
- “Renovar las pilas” es importante para la vuelta a la rutina ya que así nos sentiremos mucho más capaces de hacer frente a los retos futuros, laborales y personales.
- Además, nos dispondrá a ser mucho más eficaces en nuestro trabajo y prevenir el famoso efecto de “burnout”.
Ahora que ya tenemos más presente por qué nos conviene hacer este esfuerzo de desconexión vamos a seguir con unas pautas para aprender a desconectar bien, en este caso en vacaciones.
Pautas para aprender a desconectar estas vacaciones:
- Antes de irte de vacaciones, trata de cerrar todos los asuntos importantes que tengas pendientes en el trabajo y si no tienes tiempo para todo, trata de adelantar los que más puedan preocuparte o sean urgentes.
- Establece tus vacaciones de manera clara y fija. Así evitaremos confusiones y que nos molesten en nuestro tiempo libre por error.
- Trata de estar de vacaciones un tiempo suficiente como para sentirte como tal. A veces ocurre que no tenemos demasiados días para coger y tratamos de distribuirlo como mejor podemos (un puente por aquí, 4 días por allá…) pero suele ocurrir que si no tenemos un mínimo de 15 días seguidos nos cuesta sentirnos de vacaciones y tener el periodo necesario para cambiar de hábitos.
- Aprovecha para planificar y llevar a cabo planes que normalmente te apetecen pero no tienes tiempo, empezar algún deporte o sacar rato para tu hobby preferido. Prepara un viaje que te apetezca. Puede ser cualquier cosa que te haga ilusión, algo nuevo y diferente a poder ser.
- Comparte este tiempo con los tuyos. Tu pareja, tus amigos, tu familia. Esas personas que acabas de conocer también. Si te organizas un poco puedes disfrutar de todos ellos y es una ocasión perfecta para cuidar tus relaciones y fortalecerlas.
- Descubre el placer de las pequeñas cosas. No trates de generar altas expectativas de todos tus planes. Habrá días más normales, días maravillosos y días más aburridos. Esto forma parte de la normalidad. Lo importante es tratar de disfrutar del momento, de las cosas sencillas y las sensaciones que nos provocan, como un paisaje, una charla, una bebida fresquita, despertarse sin ninguna prisa,…
- Disfruta de tí mism@. Descansa y cuídate. También es un buen momento de pasar tiempo a solas, de poder disfrutar de nuestra única compañía dando un paseo, cocinando, viajando,… Normalmente nuestro ritmo de vida es rápido y algo estresado por lo que es normal que cuando tenemos tiempo libre sintamos la necesidad de parar y reflexionar. Esto puede ser beneficioso y de gran ayuda para nosotros si tenemos que aclararnos sobre ciertas cosas, tomar decisiones, hacer cambios importantes,… Descansar es uno de los mejores métodos para manejar conflictos, bajar nuestra activación y estrés, manejar la ira,… Comienza a darte permiso.
- Desconecta, solo en parte, de la tecnología. Los móviles y sus redes sociales, el ordenador y tablet pueden ser grandes compañeros de nuestro tiempo libre. Sin embargo, tenemos que tener claro qué uso darles. Para no contaminar nuestras vacaciones de trabajo ni ocupaciones lo ideal sería no abrir el email del trabajo, apagar el móvil profesional, y todo lo relativo a lo laboral. Decir no a la tecnología en vacaciones hoy día puede ser algo muy drástico y poco útil pero sí podemos hacer un uso parcial y filtrado de esas herramientas. Échate una mano con esto.
- Si es posible, haz un cambio de aires. Trata de cambiar tu contexto del todo. Por ejemplo, viajando a la playa, o de turismo a alguna ciudad, o haciendo una escapada a la montaña. Cualquier plan es perfecto si es diferente a “lo de siempre” y nos será más fácil asociarlo a descanso y disfrute.
- Aprende a posponer asuntos futuros o preocupaciones que no tienen solución en el presente (o no dependen de tí). Es natural que a veces estos pensamientos invadan nuestra mente sin nosotros quererlo y en ese sentido, no tiene más importancia. Sin embargo, tenemos que tratar de no dársela nosotros, de no hacerles caso y de que no sean nuestra guía. No estar a su merced sino dejar que nos acompañen si quieren en nuestros planes, nuestros viajes, hasta que se cansen y se desvanezcan.
Quizá esta pauta es la más complicada hasta ahora y puede requerir mucha más práctica que el resto, aunque puede que sea la más significativa de todas cuando lo consigamos llevar a cabo. No te rindas y trata de coger las riendas de tu mente.
- Cuando las vacaciones estén acabando, trata de volver a tu rutina de manera progresiva. Esto igual es algo que has escuchado antes. Se trata de destinar algunos días para reorganizarse de nuevo, volver a coger horarios de manera paulatina y que, en definitiva, no nos hagan el cambio tan brusco y aversivo. De esta manera será mucho más agradable y fácil adaptarse.
Con estas pautas tienes una buena ayuda para comenzar a aprender el arte de desconectar.
Como decíamos antes, es algo que hay que aprender y practicar y no esperamos que salga bien desde el principio. Lo importante es no perder de vista por qué nos esforzamos en ello y lo que podemos conseguir. No hay prisa. Seguro que al tiempo de practicarlo empiezas a notar los beneficios de saber cortar y pasar a disfrutar de tu tiempo.
Y, aunque nos hayamos centrado en las vacaciones de verano por las fechas en las que estamos, lo importante es llevarse ese aprendizaje que puedes trasladar todo el año cuando tu lo necesites.
Si quieres empezar a practicar y te gustaría contar con apoyo, en Nexo podemos ayudarte en el proceso.
Sara Villoria García – Psicóloga.
Braiker, Harriet B., (2012), La enfermedad de complacer a los demás. Edaf.
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