«Perfectas». El impacto de la publicidad sobre nuestra autoimagen.

A lo largo de nuestra vida, vamos conformando nuestro autoconcepto a partir de aprendizajes diversos. El impacto del medio y la información a la que tenemos acceso en el mismo es de gran relevancia a la hora de establecer nuestros propios valores y normas.

¿Por qué la publicidad?

No podemos negar que la televisión y su publicidad, internet y los medios de comunicación en general (ahora, las redes sociales elegidas como canales favoritos) ocupan un gran porcentaje de nuestro tiempo y de nuestras relaciones.

La televisión es el medio de comunicación que más influye en la población general, sobreinfluencia_medios_adolescentes todo en adolescentes.

En internet hay una avalancha de información apenas con filtro, donde todo el mundo puede publicar y difundir, donde prima el anonimato. Todo esto, que puede suponer grandes ventajas, también contribuye a todo lo contrario. A que se difunda cualquier información, a pesar de no responder a salud ni realidad.

Lo cierto es que pasamos infinidad de horas en contacto con estos medios que de manera constante nos envían múltiples mensajes, la mayoría de las veces con un objetivo oculto: la venta de un producto o la continuación de la cadena de un mercado que da beneficios. Este mensaje va a llegar en forma de imagen y sonido muchas veces, que hará que su recuerdo sea mucho más asequible. Va a llegarnos también con un tinte de “naturalidad” y “normalidad”, asociado siempre a valores sociales deseables y positivos. Y todos con un público diana. En lo que se refiere a imagen personal y belleza suele ser la mujer.

La publicidad es una herramienta para la persuasión y convencimiento del otro a consumir un determinado producto. Ello implica un cambio en la persona acerca de lo que siente, piensa y hace respecto al producto en sí y para ello la publicidad se arma de técnicas psicológicas para influenciar y provocar estos cambios.

 

Publicidad, mujeres e imagen corporal.

Aquí es donde las mujeres somos la diana perfecta. Hacia nosotras hay todo un sistema publicitario dirigido al consumo que, literalmente, nos bombardea por todas partes.

¿El mensaje? La belleza como delgadez corporal. Pero lo cierto es que la belleza adquiere mayor valor aún al ser asociada a éxito social y valor personal, reconocimiento, a salud, diversión, a juventud, a inteligencia, a felicidad. Y a muchas otras cosas.

Se probabilizan una serie de relaciones entre dichos valores, relaciones de equivalencias e igualación entre unos y otros, que se establecen como sólidos aprendizajes acerca de lo que es la belleza, el valor personal, lo “natural o normal”,… Y según la persona valore que se corresponde más o menos con estos, pueden ser fuente de autorefuerzo o de castigo. Es decir, si considero que me asemejo al modelo estético es más probable que me sienta bien conmigo misma y mi cuerpo y si no es así, no solo que no me encuentre a gusto sino que ponga en marcha cualquier estrategia a mi alcance para modificar esa situación.

La belleza como atributo y variable no tiene nada de malo. Es una construcción que hacemos las personas acerca de las características deseables y reforzadas y valoradas positivamente por los demás y uno mismo.

Sin embargo, lo que sí es negativo es el coste que tenemos las personas por intentar alcanzarla. Y nos empeñamos por esta asociación que hemos aprendido. La belleza ya no es solo belleza. Se convierte en una característica de vital importancia ya que hace referencia a muchas otras variables que todos queremos reunir. Todas queremos ser valoradas, ser normales, estar sanas.

 

Ser perfecta. La trampa de la industria.

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Jessica Alba, actriz considerada como una de las bellezas más «perfectas», retocada y reducida por photoshop.

No perdamos de vista el objetivo de los anuncios publicitarios de belleza (y su correspondiente industria): venta y beneficios. Para ello nos crean un modelo ideal de belleza, un canon que no existe, que esperfecto” e inalcanzable.

Y efectivamente, se trata de una gran trampa. El sentido que tiene es producirnos un terrible malestar, una insatisfacción que solo se cubre a partir de sus productos. Por eso la belleza que nos enseñan nada tiene que ver con las mujeres reales, ni con características necesariamente saludables. El negocio es completo: crean una necesidad e insatisfacción infinita con supuestas maneras de alcanzarla a partir del consumo de ciertos productos, servicios…, que nunca van a ser suficientes.

Por esto nuestra preocupación por ser delgadas (o no engordar) tampoco tiene límites.

La moda, la cosmética,… también cambiantes y caducas, nos obligan a consumir de forma permanente y a su vez dentro de un marco que cada vez responde menos a un cuerpo realista, generando una sensación en la persona de “inadecuación” que de nuevo, genera malestar.

Después de haber leído hasta aquí quisiera aportar dos datos importantes.

  1. El 80% de las mujeres se siente infeliz con su figura, y el 50% está a dieta.
  2. El 90% de los Trastornos Alimentarios (TCA) comienzan por una dieta.

Lo cierto es que hablan solos. Es una realidad preocupante.

La publicidad como riesgo de trastornos de alimentación (TCA)

Toda esta insatisfacción la mujer va a intentar gestionarla de la mejor manera que sepa y lo común es tratar de modificar su propia imagen para así asemejarla lo más posible a lo estipulado como bello y aceptado. Va a controlar su cuerpo (con dietas, cirugía, cosméticos, etc.) ya que es lo que le va a producir satisfacción e idea de proximidad a todo lo que se espera de ella. Le va a dar sensación de seguridad, de rozar con los dedos aquello que tanto desea. Pero de nuevo, se trata de una trampa que no le llevará a conseguir aquello que desea ya que aspira a algo sumamente exigente. Inexistente. Y dónde y cuándo echar el freno se convierte en un gran problema.

Por desgracia, últimamente también entran aquí los hombres. La industria quiere más. Ahora ellos también entran en este círculo de perfección, de exigencia y cánones de belleza poco realistas.

 

Es importante que seamos críticos con lo que nos rodea ya que ello nos hará más libres en nuestro día a día. También serlo con los servicios, que deberían estar a nuestra disposición y nunca al revés. Poner atención en estos aspectos nos ayudará a «desnaturalizarlos» y poder, en la medida que nos sea posible, hacer cambios y darles el valor que realmente les corresponde.

 

 

Sara Villoria García – Psicóloga.

 

Gabriela Lizeth Mariscal Rodríguez. (10/06/2013). Influencias socioculturales asociadas a la percepción corporal en niño(a)s: una revisión y análisis de la literatura. Revista mexicana de trastornos alimentarios versión On-line ISSN 2007-1523, 4, , nº 1.

Estudio de la Fundación Kaiser Family de la Familia en los Medios de Comunicación. «The Media Family: Electronic Media in the Lives of Infants, Toddlers, Preschoolers and Their Parents».

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