“Descansa, el campo descansado produce una preciosa cosecha”
Ovidio
En los clásicos siempre encontramos sabiduría. La experiencia cotidiana y multitud de estudios científicos apoyan la veracidad del consejo que dejó escrito este gran poeta romano. Si queremos dar buenos frutos, debemos descansar.
El sueño permite la recuperación fisiológica y favorece un estado óptimo de activación y, por tanto, de capacidad para funcionar durante el estado de vigilia.
Además, la cantidad y calidad de nuestro sueño influyen de manera muy importante en nuestra salud, tanto en la de nuestro cuerpo como en la psicológica.
Sin embargo, es uno de los hábitos saludables que descuidamos más, especialmente en nuestro país, que ha cobrado fama entre los expertos de ser uno de los que menos cuida su sueño.
Por una parte, debido a los cambios tecnológicos y culturales dedicamos menos tiempo a dormir (ahora los seres humanos disponemos de luz- aunque haya caído la noche- de televisión, ordenadores, redes sociales….); en muchos casos, no lo consideramos nuestra prioridad, parece que dormir es perder el tiempo, siempre hay algo más divertido que hacer.
A esto se suma la prevalencia de los trastornos del sueño que impiden dormir suficientemente a muchas personas que sí querrían y necesitarían hacerlo.
Thomas Edison inventó la luz eléctrica en 1879. En esa época, en Occidente. los adultos solían dormir unas 10 horas de media, en un siglo de redujo el número de horas de sueño, un 20%; es decir a 8 horas, y ese tiempo sigue bajando en las sociedades occidentales.
España es uno de los países con menos horas dedicadas al sueño. Las razones son variadas; entre ellas parecen estar que nos acostamos más tarde que el resto de los europeos y dormimos de media casi una hora menos. Esto, sin duda, afecta a nuestra salud y, según leemos en las noticias, a nuestra productividad.
En la actualidad, los expertos recomiendan, según la edad:
Los bebés recién nacidos suelen dormir entre 16 y 18 horas al día. La calidad de su sueño depende fundamentalmente de que estén sanos biológicamente y del ambiente emocional que les rodee. En principio, los bebés duermen bien de manera natural.
A medida que el niño crece, su sueño va dependiendo más de los hábitos que se establezcan en el entorno familiar, ya que, aunque el sueño es un estado fisiológico, es muy dependiente del aprendizaje. Para un niño, adquirir buenos hábitos de sueño, es muy importante porque ello permite y favorece, entre otras cosas: la maduración biológica, incluyendo la maduración cerebral, el crecimiento en talla, un buen funcionamiento del sistema inmune y el aprendizaje.
Un adolescente (entre 14-17 años) debería dormir entre 9 y 10 horas y un adulto entre 7 y 9 horas. Sin embargo, parece que, en general, estamos lejos de cumplir con estas cifras, especialmente a partir de la adolescencia.
El tiempo de sueño que necesitamos varía en función de otros factores, además de la edad; por ejemplo, ser hombre ó mujer (las mujeres necesitamos de media algo más de tiempo) la actividad… Lo que sí sabemos es que, al menos desde hace dos siglos, estamos disminuyendo las horas dedicadas al descanso.
Durante mucho tiempo, hemos oído muchos consejos relativos a la salud poniendo énfasis en la alimentación y el ejercicio; pensábamos que, con frecuencia, el sueño era el gran olvidado. Nos alegra ver que esto parece estar cambiando. La cantidad de sueño es tan importante para prevenir problemas de salud que, incluso, hace poco una compañía médica ha hecho una campaña con el título «Duerme 1 hora más».
Todavía ignoramos muchas cosas respecto a lo que hace nuestro cuerpo durante el sueño, pero sí que sabemos otras muchas:
– El sueño favorece el buen estado del Sistema Inmunitario, el complejo mecanismo que protege nuestra salud frente a amenazas externas (microorganismo, contaminantes..) e internas (formación de células cancerosas…).
– Protege la salud cardiovascular : la privación de sueño aumenta en el torrente sanguíneo la presencia de las hormonas asociadas al estrés. Esto se relaciona con arritmias y con hipertensión; y por tanto, con mayor probabilidad de sufrir un ataque cardíaco o un ictus, según muchos estudios.
– Ayuda a regular el peso corporal: En contra de lo que podría parecer, la falta de sueño puede favorecer la obesidad, ya que si estamos privados de él parece que el organismo busca energía de otra manera, favoreciendo la producción de ghrelina (la hormona del apetito) e inhibiendo la leptina (la hormona supresora del apetito).
– Mejora nuestro rendimiento intelectual y favorece un buen estado emocional: entre otros muchos procesos benéficos, durante el sueño se lleva a cabo una «limpieza» de los desechos que se producen en el cerebro debido a la actividad neuronal. Además, si no tenemos suficiente sueño REM, nuestros neuroreceptores dejan de ser sensibles a la serotonina y a la norepinefrina, lo que nos lleva a una mala función cognitiva y a facilitar un peor estado emocional.
A esto habría que añadir las bondades de la siesta mediterránea. Dormir una pequeña siesta de un máximo de 30 minutos mejora aún más lo conseguido durante la noche y nos prepara para una buena tarde. Tanto ha quedado demostrado que mejora el rendimiento, que algunas empresas norteamericanas y japonesas facilitan una pequeña siesta a sus trabajadores.
Respecto al estado emocional, la falta de sueño se relaciona con el estrés, la irritabilidad, los estados de ansiedad…y con la depresión.
Entre estos estados emocionales y el sueño suele producirse un círculo vicioso: cuantas más emociones de este tipo, menos sueño y al revés: cuanto peor sueño, más emociones negativas.
En la actualidad, los psicólogos clínicos nos encontramos con que uno de los aspectos más relevantes por los que hay que empezar cuando alguien viene a consulta, es evaluar y mejorar el tiempo que dedica al sueño.
Se trataría de crear, frente al círculo vicioso, un círculo virtuoso: cuidar nuestro descanso nos proporciona una buena base para mejorar nuestro estado emocional y nuestra capacidad general de respuesta ante las cosas de la vida.
Frente a la ideología de producir mucho y rápido, de «aprovechar el tiempo» sin parar…Ovidio tenía razón: si queremos rendir, sentirnos en óptimas condiciones, incluso ser más creativos…debemos descansar.
2 Comentarios
Gracias Pilar por tus consejos siempre benéficos que cruzan los Pireneos y me gusta mucho el blog.
Gracias a ti, Lydia, por dejar tu opinión, me alegra mucho que te guste nuestro blog